La verdad está en la cajá negra

Las autoridades malasias anunciaron ayer lunes 24 de marzo la localización de restos de fuselaje del vuelo MH370 de Malaysia Airlines, dando por hecho por tanto que la aeronave se habría estrellado en el océano Índico, al oeste de Australia.

Informaciones con especulaciones varias sobre el suceso han inundado los medios de comunicación, los foros de internet y las redes sociales. ¿Sabotaje? ¿Secuestro? ¿Accidente? Puntualizar que debemos dejar trabajar a las autoridades competentes en materia de aviación civil, en este caso, la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI). En particular, el Anexo 13 de OACI establece el protocolo de investigación de accidentes e incidentes. Por tanto, las autoridades establecerán las causas en tiempo y forma y, en su caso, legislarán para evitar que dichas causas se repitan en el futuro.

De acuerdo con los hechos, resulta evidente que todos los sistemas de comunicación, navegación y vigilancia se vinieron abajo, con lo que la aeronave habría quedado inhabilitada para transmitir o recibir ningún tipo de comunicación y/o hacer uso de los sistemas terrestres/satelitares para posicionarse y navegar. En particular, el transponder (un dispositivo que responde ante las interrogaciones del radar secundario y permite que los controladores monitoricen, entre otros, número de vuelo, posición y velocidad de la aeronave) habría quedado fuera de servicio. Por tanto, en ese instante la aeronave habría desaparecido de las pantallas de los controladores.

Llegados a este punto, el único medio de seguimiento es el radar primario, de uso típicamente militar, dispositivo de vigilancia que detecta blancos intrusos sin necesidad de respuesta (sin necesidad de transponder). Como ha quedado patente, parece obvio que la aeronave no transitó espacio aéreo bajo control militar y que se dirigió hacia el índico sur.

No entraré en especulaciones sobre cómo se produjo el blackout, tan si quiera sobre cómo la aeronave sobrevoló el océano durante más de cinco horas. ¿Fallo técnico? ¿Sabotaje? ¿Intención humana deliberada? ¿Respuesta humana ante situación de emergencia? Repito: dejemos trabajar a las autoridades. Añadir que cualquier eventualidad habrá sido necesariamente debida a una concurrencia de factores, todos ellos muy improbables si los analizamos uno a uno de manera independiente. Cabe recordar en este punto que la aviación sigue siendo el medio de transporte más seguro y que todos los agentes implicados en la industria del transporte aéreo tienen como principal requerimiento la seguridad, tanto en el diseño, la fabricación, así como la propia operación de la aeronave.

Una cuestión que nos debe ocupar ahora, independientemente de las causas del siniestro, es la localización de todos los restos de la aeronave (que podrían estar en el fondo del mar), muy en particular la caja negra, que en realidad es naranja y contiene lo que en terminología aeronáutica se denomina Flight Data Recorder (FDR) y Cockpit Voice Recorder (CVR), y que emite un ultrasonido para facilitar su localización gracias a baterías con duración estimada de 30-40 días. Una vez agotado este periodo de tiempo, la búsqueda se complicará, pero que a nadie le quepa duda: las autoridades no descansarán hasta encontrarla. Como ejemplo citar el vuelo 447 de Air France (AF447), cuyas cajas negras fueron recuperadas unos dos años después y las causas esclarecidas. La caja negra ofrecerá datos fidedignos para esclarecer las causas del accidente, como por ejemplo las comunicaciones entre piloto y controlador, las conversaciones entre la tripulación, los datos de posición, velocidad, etc. Entonces y sólo entonces pasaremos de las especulaciones a los hechos.